Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, fotografiados en un acto hace un año. CRISTÓBAL MANUEL
La resistencia al debate directo en tiempos electorales desdice el compromiso de transparencia que los políticos proclaman ante los electores. Prefieren el calor tribal del mitin que el contraste con el oponente en campo abierto. Con el menú hoy disponible de tecnologías de la comunicación es difícil explicar que los candidatos de los dos partidos mayoritarios vayan a enfrentarse únicamente en un solitario debate de televisión. De las diez elecciones generales habidas hasta hoy, tan solo en 1993 y 2008, con resultados inciertos en las encuestas, tuvimos la oportunidad de asistir a este tipo de encuentros, ambos a doble vuelta.