Los miembros del nuevo gobierno griego prestan juramento. Foto: EFE/SIMELA PANTZARTZI
Hace unas semanas Lula proclamaba en Madrid que las grandes crisis exigen líderes políticos, no tecnócratas. En otro caso bastaría con buscar en las universidades o encargar la tarea a un head hunter. Para sostener este mensaje nadie más cualificado que un sindicalista y trabajador manual que en sus ocho años como presidente ha puesto a Brasil en la órbita de las naciones con peso global. El mensaje que estos días nos llega desde Italia y Grecia es justamente el contrario. Que se vayan los políticos electos y vengan unos técnicos a resolver el desaguisado que aquellos crearon. La Europa para la que Lula pedía en ese mismo discurso la declaración como patrimonio democrático de la humanidad ha sancionado la decisión y los mercados han aliviado su presión. Nada de esto hubiera ocurrido si los políticos de los dos países no hubieran incurrido en mentiras y engaños continuados.