El lehendakari Patxi López en un acto electoral del PSE/ EE junto a Eduardo Madina y Ramón Jauregui, en la Plaza de la Constitución. EFE/ Juan Herrero
El mapa de España tiene decenas de puntos negros donde ETA dejó huella de sus crímenes, incluidos algunos de los más horrendos, como el de Hipercor. Pero la capital de ETA estaba en el País Vasco. Fue aquí donde el mal adquirió caracteres de pandemia y donde queda pendiente una larga tarea para normalizar la convivencia. Estas son, al fin, las primeras elecciones generales que se desarrollan sin la amenaza de las pistolas, que todavía en las de 2008 le costaron la vida al exconcejal socialista Isaías Carrasco.