El resultado electoral del 20-N ha sido tan contundente que los titulares van de la histórica victoria del PP a la derrota igualmente histórica del PSOE con un margen de casi cuatro millones de votos. Los socialistas sólo han salvado dos provincias de una marea popular que ha teñido todo el mapa de azul con dos excepciones relevantes: Cataluña y el País Vasco, donde se consolidan unas fuerzas nacionalistas que se proponen desbordar el marco estatutario vigente cuando no el ejercicio del derecho de autodeterminación como paso hacia la independencia. La economía ha sido casi el único caballo de batalla allí donde el voto se decidía en términos bipartidistas, pero cada cita con las urnas nos recuerda que en esos dos territorios se mantienen vivas unas demandas de difícil encaje constitucional, que han tenido esta vez un apoyo mayoritario.