Ruta Quetzal

Sobre el blog

La trigésimo primera edición de la Ruta BBVA contará con 180 jóvenes de entre 18 y 19 años procedentes de 17 países de América, España y Portugal. Bajo el lema ‘Aventura en las selvas mayas del Yucatán’, la expedición parte de México. Allí, los jóvenes explorarán las selvas mayas y descubrirán los sitios arqueológicos más relevantes de esta civilización. El programa, creado por Miguel de la Quadra-Salcedo en 1979, continuará en España, donde los jóvenes visitarán Extremadura, Andalucía y Madrid y conmemorarán los centenarios de las muertes del Rey Fernando el Católico, el Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes. Son 30 días de viaje en los que la expedición combinará cultura, aventura y formación en emprendimiento social. EL PAÍS se suma a esta experiencia y la irá contando a través de este blog

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22 jul 2016

Una vez quetzal, siempre quetzal

Por:

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Juan Pablo Bellido es un cordobés que vive hace más de 20 años en Montilla. “Pero es como si hubiera nacido aquí”, cuenta el periodista de 39 años, que fue expedicionario de la Ruta Quetzal en 1993. Este año, Bellido es un guía voluntario para los jóvenes quetzal que visitan la ciudad. “No puedo expresar con palabras la emoción que siente un ex rutero  cuando ve que la expedición está en su pueblo”, afirma.

El periodista conoció la Ruta a través de los programas de televisión en los que aparecía Miguel de la Quadra-Salcedo. Cuando los expedicionarios visitaron Montilla por primera vez, en 1992, Bellido les conoció de cerca y, un año después, embarcó con ellos rumbo a una aventura por América.  Desde entonces, la Ruta ha estado muy presente en su vida y en ese pueblo de Andalucía. “La experiencia me marcó tanto que resolví fundar la Asociación Internacional de Jóvenes Aventureros, que entre 1994 y 2002 llegó a contar con 3.600 socios (todos ex ruteros) de 52 países”, cuenta. La Asociación tenía delegaciones en 40 países y editaba una revista, “La Expedición”. Los socios también organizaban  encuentros de antiguos expedicionarios y viajes con un régimen de campamento igual que en la Ruta.

En la 31ª edición de la expedición, Bellido vuelve a vivir un poco la experiencia de rutero. Y a él le hace especial ilusión que este año la Ruta se centre en la figura de Inca Garcilaso de la Vega, quien vivió más de 30 años en Montilla. Fue gracias a un trabajo sobre ese escritor peruano de ascendencia española e inca que Bellido logró participar en la expedición quetzal. “El Inca es una figura que me resulta muy cercana. A mí y a todos de Montilla. Aquí todos conocen su historia y lo ven como un vecino ilustre del pueblo”, cuenta el periodista.

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Inca Garcilaso de la Vega nació en Cuzco (Perú), hijo de una princesa inca y un soldado español, y a los 21 años se mudó a España, donde se hizo conocido gracias a las historias que contaba y escribía sobre su vivencia en el “Nuevo Mundo”. En Montilla, Inca Garcilaso concibió su gran obra, Comentarios Reales de los Incas, y la ciudad fue la primera en reconocerle como autor, el primer escritor mestizo que se hizo mundialmente conocido.

Inca Garcilaso era tan querido en Montilla que en el registro de la Iglesia consta que bautizó a por lo menos 113 niños. Juan Pablo Bellido es casi tan popular como el personaje histórico. Mientras hace el papel de guía por Montilla, los vecinos le paran en cada esquina para saludarle. “¡Hola Juan! ¡Qué bien que has traído a esa gente tan joven y tan apañá!”, le grita el cura del pueblo. Bellido contesta con una sonrisa y un abrazo y sigue caminando entre los ruteros, contándoles historias de las rutas en las que ha estado y sobre su relación de amistad con Miguel de la Quadra-Salcedo. También les cuenta que el sábado y el domingo subirá con ellos el Mulhacén, en Granada, el pico más alto de la península ibérica (3.478 metros) y el segundo de España tras el Teide, de 3.718 en Tenerife, Canarias. Son más de 13 horas de caminata, todo cuesta arriba, pero a Bellido eso no le impresiona. “Yo estoy acostumbrado, al final, ya lo he subido cinco veces”, explica. Una vez quetzal, siempre quetzal.

22 jul 2016

La cuna del Descubrimiento

Por:

 

Carabelas

 

Los pescadores de sardinas que vivían en Palos de la Frontera (Huelva) en el siglo XV jamás podrían imaginar que su pueblo y el puerto donde atracaban sus pequeños barcos y vendían su mercancía entrarían en la Historia. Y es que de allí partieron el 3 de agosto de 1492 las carabelas La Pinta y La Niña y la nave Santa María, con el Almirante Cristóbal Colón, los hermanos Pinzón y los marineros de Palos rumbo a lo desconocido.

No queda nada de las tres embarcaciones originales en ninguna parte del mundo, pero en su paso por Sevilla y Palos de la Frontera, los expedicionarios de la Ruta han podido embarcar en tres replicas en tamaño natural en el Muelle de las Carabelas. “¡Qué pequeñas!”. Ese era el comentario más repetido por los ruteros, que se preguntaban cómo aquellos hombres habían podido aguantar tanto tiempo en el mar y cómo los barcos resistían a un viaje tan largo. La verdad es que no todas las embarcaciones aguantaron hasta el final de la aventura.  La nave Santa María, en la que viajaba Colón, naufragó antes de llegar al “Nuevo Mundo”. Con su madera se construyó la primera fortaleza de América, el Fuerte de Navidad, en la República Dominicana.

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Esa y otras anécdotas y datos históricos se escuchan por todas partes en Palos de la Frontera. En el pueblo casi todos los vecinos saben que la idea que llevo al descubrimiento de América nació en el Monasterio de la Rábida, donde Colón se reunía con los frailes para pedirles dinero para la aventura. También se sabe que los primeros mapas del nuevo continente se hicieron en la Sala del Almirante, en el Real Alcázar de Sevilla (a 90 kilómetros de Palos) o que Colón siempre iba a rezar a la Virgen de la Giralda antes de salir al mar.

Y es en la catedral de Sevilla donde descansan los restos (250 gramos de cenizas y huesos) del gran navegante. La tumba del primer gran aventurero de Occidente está en un sitio construido por otros visionarios megalómanos como él: otra de las historias conocidas por esas tierras es la de los arquitectos que diseñaron la Giralda y que decían siempre que construirían una catedral tan grande que cualquiera que entrara pensaría que estaban locos.  

 

Fotos: Íñigo de La Quadra-Salceda y Ángel Colina

El País

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