EH Bildu es el rival más incómodo que jamás tuvo el PNV. La izquierda abertzale es la única alternativa real al poder nacionalista en Euskadi. Sobre una conclusión siempre reconocida por ambas partes se deslizan las mayores apuestas ideológicas de este país. Es ahí donde hay que entroncar sus divergencias sobre el camino a seguir para la paz y la convivencia o cómo esbozar la apuesta por el modelo de autogobierno.
Ahora se asiste a un nuevo capítulo de esta escenificación. Lo ha promovido EH Bildu con una catarata de propuestas que le hubieran permitido acotar el debate político si no fuera por el desprecio que le han dispensado el resto de fuerzas políticas. Así, la respuesta a su cuerpo a cuerpo con el PNV, su vía vasca para la paz y su exigencia de consulta para 2016 se han sucedido en el corto espacio de una semana. De momento, sin otro resultado que el enésimo debate en el Parlamento sobre el derecho a decidir de los vascos que, además, vuelve a quedarse sin fecha de celebración.
La dirección soberanista ha hecho coincidir este carrusel de ofertas políticas a un mes escaso de las elecciones locales y forales y en un año donde asoman las urnas en Cataluña y las generales. Con este dato temporal tan obvio, todos sus rivales han entendido que los pronunciamientos abertzales buscan un rédito electoral que nadie, pero sobre todo el PNV, están dispuestos a conceder.
No obstante, EH Bildu se ha cargado de razones para exhibir su voluntad unilateral en la búsqueda de puntos de encuentros sobre cuestiones tan nucleares. Pero quizá no ha medido el efecto perverso de la evidente coincidencia. Resulta difícil de entender, por razones de calendario y de momento político, cómo su propuesta en el Parlamento sobre la consulta llega a estas alturas de la legislatura y a sabiendas de su resultado cuando nadie se ha movido de sus posiciones conocidas.
Resulta palmario que buscaba el cuerpo a cuerpo con el PNV y, sobre todo, retratar ante el granero soberanista ambas posiciones. Pero su desenlace no ha provocado sorpresa alguna. Los nacionalistas aceptan el envite de la consulta del que nunca han renegado, y marcan su propio itinerario, conscientes posiblemente de que ni siquiera en 2016 se den todavía las condiciones sociales y políticas necesarias para afrontar semejante desafío. vaya, lo sabido.
En esta incansable tarea de desgaste que la coalición busca en su principal enemigo electoral cobra más valor por su impacto, desde luego, la interminable sucesión de denuncias sobre la gestión de Bidegi en determinadas infraestructuras Gipuzkoa. No solo han contribuido a enrarecer definitivamente las siempre tensas relaciones de Bildu y PNV en este territorio, sino que judicializa y enreda al limite toda una campaña. Sin duda, el tema más espinoso que le queda por resolver a Joseba Egibar.