En verano, en el norte, hay regatas de traineras, y este blog se propone seguirlas a lo largo de la costa de Cantabria y Euskadi. Será una mezcla de crónica de viajes y crónica deportiva, con dosis controladas de delirio. No habrá aguas turquesas ni playas paradisiacas. En su lugar prometemos duelos en alta mar, galernas devastadoras y las mejores sardinas a la brasa del Cantábrico.
Dice mi amigo R., pragmático y eficaz empleado de banca, que mi súbita afición a las traineras es una especie de arrebato folclórico y melancólico propio de un santanderino urbanita residente en Madrid. Estoy de acuerdo. También creo que todo nace de una sublimación del mar, con el cual siempre tuve una relación un poco ficticia, de paseo burgués, museo oceanográfico y chocolate con churros los sábados por la tarde. Con estos antecedentes es normal que nadie quiera enrolarse en mi trainera Sebastopol para cazar serpientes gigantes en la bahía de Santander.
Mediavilla
La ligerísima patrona rubia de la trainera de Galicia lleva las uñas pintadas con la bandera de su tierra: blancas atravesadas por una franja azul. Acaba de ganar por tercera vez consecutiva la Bandera femenina de La Concha, que es decir tanto como que la han ganado siempre, porque esta modalidad lleva celebrándose solo tres años.
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