Entre los 'palabros' que pululan por la jerga turística (de la staycation al glamping) hay uno especialmente tierno: 'Babymoon'. Literalmente, luna de bebé, es un juego de palabras con 'honey moon', luna de miel en inglés.
El término fue acuñado en 1996 por la antropóloga de la maternidad Sheila Kitzinger para referirse al periodo inmediatamente posterior al nacimiento de un hijo que la pareja pasa "enamorándose" del bebé. Sin embargo, unos años después, la industria del turismo lo deglutió para definir ese viaje anterior al parto que la pareja se concede como un último capricho romántico y adulto. El objetivo: disfrutar el uno del otro antes de entrar en una odisea de pañales y noches sin dormir (y sin lo que no es dormir).
En busca de una segmentación cada vez mayor, hoteles, resorts y mayoristas crean paquetes 'babymoon' para parejas embarazadas. En portales como Baby-moon.eu hay decenas de ofertas en todo el mundo que además de veladas románticas y tratamiento VIP suelen incluir cosas como masajes relajantes, clases de yoga para futuras madres o servicio de antojos 24 horas.
En el resort de lujo tinerfeño Bahía del Duque, el paquete babymoon (que arranca en 3.000 euros 4 días), concede caprichos como un "tratamiento equilibrador de Chakras con piedras de lava volcánica para el futuro Papá" o una "experiencia Prenatal para la futura Mamá". Los exclusivos hoteles Lungarno en Roma y Florencia tienen fines de semana (a partir de 840 euros) con cajas de bombones para embarazadas hambrientas y una sesión de tres horas con una 'babyshopper', asesora de compras para neonatos fashionistas.
Pero nada de ello es necesario para disfrutar de unos días de placer y descanso junto al propio que sirvan de despedida y homenaje a esa pareja que se convierte en familia. Bastan un par de consejos...
Dónde viajar
Donde quieras. Habrá embarazadas que prefieran tirarse en la playa y otras que quieran aprovechar una escapada urbana para ir a cenar y al teatro en previsión de los meses en los que igual no pueden hacerlo tanto. Los médicos y el sentido común no recomiendan destinos muy exóticos, con mucha altitud ni grandes aventuras que incluyan puenting, rafting y otros ings que requieran hiperventilar.
Cuándo viajar
Lo mejor, durante el segundo trimestre. Ni duermes 22 horas ni tienes nauseas como en el primero, ni la barriga es demasiado equipaje para que apetezca hacer turismo. Además, el riesgo de un aborto espontáneo o de dar a luz antes de tiempo es menor que en lo otros dos trimestres (según el American College of Obstetrics and Gynecology, lo más seguro es viajar entre las semanas 18 y 24). Dicho esto, si la embarazada se encuentra bien, puede viajar cuando quiera.
Una cosa más, independientemente de la semana y del medio de transporte, conviene pedir un asiento de pasillo o parar cada poco rato para ir al baño y estirar la piernas. Y paciencia para acompañantes, las embarazadas son más propensas a la hinchazón, la incontinencia, el mareo y el dolor de trasero.
Volar con barriga
Volar no está contraindicado (en embarazos normales la presión no supone un problema) pero las líneas aéreas se curan en salud pidiendo un certificado médico a partir de los siete meses y la IATA (Asociación de Transporte Aéreo Internacional) recomienda no viajar durante el último mes de embarazo.
La preocupación de las compañías es que te pongas de parto durante el vuelo (cosa no tan común, en Iberia, solo se han dado 5 partos en el aire, el último en 2011). Por cierto, eso de que el aero-bebé podrá volar gratis de por vida es una leyenda urbana.
En todo caso, antes de embarcar conviene consultar con la aerolínea con antelación porque cada una tiene requisitos específicos como el documento Fit to fly (Apta para volar) de Ryan Air.
Por si acaso
Siempre hay que viajar con el historial médico, ecografías y análisis recientes a mano. Conviene consultar la cobertura sanitaria del destino y pedir las tarjetas internacionales del seguro privado o la Seguridad Social (la Tarjeta Sanitaria Europea lleva unos días en tramitarse). Y un último consejo de primera mano: merece la pena gastarse unos eurillos más en un seguro de cancelación, si en el último momento el médico recomienda no viajar, no mola nada quedarse sin 'babymoon' y sin dinero. Si ocurre, al menos consuela pensar que lo que queda por delante es la mayor de las aventuras.
Y una despedida...
Aventura, la de tener un niño, en la que se va a embarcar en breve esta periodista, por lo que el blog Turistario cierra unos meses por maternidad. Buenos viajes a todos y ¡nos vemos a la vuelta!